Por Carlos Madrid
Lejos de los modelos de supermercados convencionales, están surgiendo en diferentes ciudades como Barcelona, Nueva York o París espacios en los que son los consumidores quienes toman las principales decisiones. Supermercados, conocidos con el apellido de cooperativos, en los que se pueden comprar alimentos sostenibles de manera ética. Como el de La Osa, ubicado en el barrio madrileño de Tetuán.
Según Pauline Bonnier, socia de trabajo en La Osa y parte del Consejo Rector de la Cooperativa, este tipo de supermercados se diferencia de los convencionales principalmente por una cuestión: son una estructura de consumidores, es decir, la propiedad está en manos de los usuarios. «Somos nosotros los que fijamos los precios, elegimos los productos que compramos y un largo etcétera de cosas más. Algo que es fundamental para crear un sistema alimentario sostenible», explica a El Duende.
Aparte de esto, son una empresa sin ánimo de lucro en la que todo se reinvierte en el proyecto. «No hay especulación con la alimentación. Consideramos que somos una pieza más dentro de la cadena del sistema alimentario, por lo que intentamos tener una política de margen muy ajustada y no captamos más valor por el alimento del que le corresponde».
Un hecho que, según Bonnier, facilita que la alimentación de calidad sea accesible a más personas. «Además de que todo el mundo puede saber de dónde vienen los alimentos, cómo fijamos el precio, etc. Tenemos disponible toda la información sobre cómo funcionamos», añade.
A día de hoy, cuentan con unas 3000 referencias en las que priorizan los productos sostenibles. Muchos de ellos provienen de distribuidores, pero también de pequeños productores. «Como Despelta, que es un harinero de la zona de Guadalajara que cultiva trigos antiguos y variedades muy específicas. Pero también con la Unión de Huertas Agroecológicas de Madrid o con cooperativas como Mercado Social de Madrid. Siempre intentando priorizar a los productores pequeños», explica.
De esas referencias, alrededor de un 80% de los alimentos son sostenibles y, el restante, productos convencionales. Por lo que aquí también se encuentran alimentos básicos reconocidos por el consumidor. «De esta forma, se puede hacer una compra normal en nuestro supermercado. Por ejemplo tenemos pasta Gallo, pero gracias a nuestra política de margen lineal va a tener más o menos el mismo precio que una ecológica industrial. De esta forma, facilitamos que la gente que quiera comer mejor lo tenga más fácil respecto a otros espacios. Unos productos que son votados por los cooperativistas en las asambleas, en las que se deciden cuáles formarán parte de las estanterías de La Osa. Y, según los niveles de venta, se determina si se mantienen o no».

Otra gran diferencia respecto a los supermercados convencionales es que no todo el mundo puede comprar en él. Para poder hacerlo, hace falta ser cooperativista. Lo que implica, según Bonnier, hacer una aportación de 100 euros al proyecto e involucrarse en él a través de tres horas de trabajo al mes. Ya sea de reponedor, de cajero o de limpiador, entre otras muchas funciones.
Y termina: «Para apuntarse hay que participar en una reunión de bienvenida durante la cual presentamos el funcionamiento de la cooperativa y organizamos una visita al supermercado. Estas las realizamos todas las semanas y la gente se puede apuntar online accediendo a nuestra web. A día de hoy somos cerca de 1500 personas cooperativistas, pero queremos dar a conocer nuestro proyecto a toda la ciudadanía de Madrid».